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Aguas termales

AGUAS TERMALES

¿Qué son las aguas termales?

La O.M.S. (Organización Mundial de la Salud) es el organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas que tiene a su cargo el estudio epidemiológico, planificaciones sanitarias y evaluaciones terapéuticas de grandes núcleos de población de todo el mundo, en especial de los países en desarrollo.
El consejo ejecutivo de la O.M.S ha decidido establecer relaciones oficiales con la Federación Internacional de Termalismo Climatismo (F.I.T.E.C.) y ha admitido oficialmente el tratamiento hidrotermomineral válido como tal y coadyuvante de múltiples afecciones.

El agua termal proviene del interior de la tierra, lo que le aporta un alto contenido mineral y un incremento de la temperatura. Es por ello que, esta agua tiene unas características tan especiales.

Pero, ¿cómo se crean estas aguas? La lluvia penetra en la tierra en grietas y fallas que, al entrar en la profundidad se calienta naturalmente gracias al espacio magmático. Es como si se tratara de una verdadera infusión de los elementos que va a contener esa tierra. Dependiendo de la tierra de donde salga va ha contener unos u otros minerales, además de CO2, y estos van a ser los que aporten los beneficios de las aguas termales para la salud y los diferentes usos terapéuticos.

Al ser una agua profunda igualmente se ha filtrado y la hace extremadamente pura de bacterias y otros contaminantes. De hecho, la Organización Mundial de la Salud reconoce desde 1986 como terapias médicas el uso de aguas termales

TIPOS DE AGUAS TERMALES

Magmáticas: tienen más de 50ºC y están más mineralizadas, sobre todo con nitrógeno, boro, arsénico, bromo, fosforo o cobre.

Telúricas: Están a menor temperatura que las primeras y contienen sales, bicarbonato y cloruros. Dentro de esta clasificación a su vez las podemos clasificar de nuevo dependiendo de la temperatura del agua, por ejemplo las aguas frías son aquellas que están a menos de 20ºC. Si la temperatura está entre los 20ºC y los 35ºC son aguas hipotermales. Entre 35ºC y 45ºC, aguas mesotermales o calientes. Las aguas hipertermales rondan entre los 45ºC y 100ºC y, por último, encontramos las aguas supertermales en 100ºC y 150ºC.

También se pueden clasificar según la cantidad de minerales:

Aguas ferruginosas: con alto contenido en hierro, lo que son ideales para carencias de hierro, problemas dérmicos y dietas para adelgazar, ya que son tonificantes. Mejora en estados carenciales y de debilidad, especialmente cuando es por falta de hierro, como anemias o hemorragias. También es ideal para los periodos de convalecencia. Esta agua en contacto con el aire se suele volver rojiza.

Aguas cloradas: son ideales a nivel digestivo, regulan la secreción sebácea de la piel y es calmante en irritaciones e infecciones cutáneas.

Aguas sulfuradas o sulfurosas: con alto contenido en azufre, se trata de un agua ácida y es recomendada en tratamientos dérmicos como la psoriasis, infecciones u otras dermatitis. Se caracteriza especialmente por su fuerte olor a huevos podridos que le confiere el azufre. El sabor es ligeramente salado. Esta agua suele contener las sulfo-bacterias.

Aguas carbonatadas: con contenido en CO2, bicarbonato de sodio, calcio, cloro o azufre son idóneas para problemas gástricos como la acidez. Las aguas carbonatadas de baja mineralización, si son alcalinas y frías se suelen beber para mejorar el PH gástrico, estimula la secreción pancreática y diurética y ayudan a aumentar el PH de la orina.

Aguas con flúor: son antisépticas.

Con cobre: ayudan a la síntesis de colágeno, queratina y tienen una importante acción antiinflamatoria.

Aguas con zinc: es una de las aguas termales con mejor acción regenerante para la piel con problemas exceso de sebo y caspa.

Con calcio y magnesio: regenerantes y protectores naturales de la piel.

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Las Aguas Termales y sus Propiedades Curativas

El baño en aguas termales aumenta la temperatura del cuerpo, matando gérmenes, entre ellos virus, además aumenta la presión hidrostática del cuerpo, por lo que aumenta la circulación sanguínea y la oxigenación. Este aumento en la temperatura ayuda a disolver y eliminar las toxinas del cuerpo. Al aumentar la oxigenación, el baño en aguas termales hace que mejore la alimentación de los tejidos del cuerpo en general, motivo por el cual aumenta el metabolismo, estimulando al mismo tiempo las secreciones del tracto digestivo y del hígado, ayudando así a la digestión.

El baño repetido (especialmente en periodos de 3 a 4 semanas) puede ayudar a normalizar las funciones de las glándulas endocrinas, así como el funcionamiento en general del sistema nervioso autonómico del cuerpo. También existe un mejoramiento y estímulo del sistema inmune, relajación mental, producción de endorfinas y regulación de las funciones glandulares. Muchos de estos efectos se deben al consumo del cuerpo de minerales como dioxido de carbono, azufre, calcio y magnesio.

Hay enfermedades de la piel que pueden tener una marcada mejoría por baños en aguas termales (en especial si estas contienen azufre). Las enfermedades que más se benefician son la psoriasis, la dermatitis y las enfermedades por hongos. En algunas ocasiones también ayudan en la cura de heridas y de otras lesiones de la piel. En ocasiones esta acción se le atribuye a las “sulfobacterias” (organismo aislado por la “Sociedad Internacional de Medicina Hidrológica”, para explicar los efectos de los “elementos intangibles” de las aguas termales.

Se ha descrito que este grupo de microorganismos ayudan al cuerpo humano mejorando el sistema de defensa de la piel frente a todo tipo de agresiones.
De la misma forma, ayudan a disminuir el proceso de envejecimiento de este órgano.

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Beneficios de las aguas termales

El agua mineraliza y caliente de las “termas” tiene diferentes efectos en el cuerpo humano. Algunos autores las dividen los beneficios de las aguas termales en tres, biológica, física y química, aunque en realidad todas actúan al mismo tiempo.

El baño en aguas termales aumenta la temperatura del cuerpo, matando gérmenes, entre ellos virus, además aumenta la presión hidrostática del cuerpo, por lo que aumenta la circulación sanguínea y la oxigenación. Este aumento en la temperatura ayuda a disolver y eliminar las toxinas del cuerpo.

Cuando una persona se expone a un baño termal, recibe la acción directa de la temperatura de las aguas termales en forma de shock, y los minerales comienzan a ser absorbidos en pequeñas concentraciones por la piel. Una vez en el organismo, los minerales son depositados en el tejido celular subcutáneo, y desde ahí ejercen su acción activando el metabolismo orgánico a través del eje hipotálamo-suprarrenal.

Entre las propiedades curativas de las aguas termales, se destacan las siguientes:

  • Mejoran la alimentación de los tejidos del cuerpo en general, motivo por el cual aumenta el metabolismo.
  • Estimulan las defensas del organismo.
  • Depuran la sangre, eliminándose las toxinas y productos de desechos por la sudoración y diuresis que provocan.
  • Estimulan las secreciones del tracto digestivo y del hígado, ayudando así a la digestión.
  • Reactivan el metabolismo retardado en muchos reumáticos.
  • Tienen poder desestabilizante sumamente útil, considerando la participación alérgica en el orden de las afecciones reumáticas.
  • Reeducan el sistema termorregulador, de enorme importancia en el reumático que ha perdido su capacidad de reaccionar y adaptarse a los cambios del medio ambiente.
  • Su poder analgésico y calmante de dolores de estas aguas es bien conocido.
  • Relajan los músculos y por su acción revulsiva y resolutiva, actúan sobre los edemas, tumefacciones y procesos crónicos fibrosos.
  • Sedan el sistema nervioso, siendo un sedante y relajante, ideal para el stress y el ritmo de vida actual.
  • Reconstituyen y tonifican.
  • Las aguas termales ejercen acción miorelajante, sobre las contracturas y rigideces neuro-músculo-osteo-articular, de importancia en los tratamientos de rehabilitación y reeducación músculo esquelética. Su efecto sobre todo tipo de reumatismos (inflamatorios, degenerativos, no articulares, metabólicos) en algunos casos llega a ser notable.
  • Enfermedades crónicas de la piel
  • Enfermedades respiratorias leves.

Para todos estos casos, es preciso especificar que la terapia de los baños termales tenga mayor efectividad, deberá realizarse especialmente en periodos de 3 a 4 semanas, siendo importante la consulta previa a un especialista en caso de embarazo, edad avanzada o enfermedad.

Las enfermedades crónicas que se ven beneficiadas con el uso de la balneoterapia, según investigaciones del Dr. Yuko Agishi (5) son:

  • Enfermedades reumáticas crónicas
  • La recuperación funcional de la neuroparálisis central y periférica
  • Algunas enfermedades metabólicas como la diabetes, la obesidad y la gota
  • Problemas gastrointestinales crónicos
  • Enfermedades respiratorias leves
  • Problemas de la circulación
  • Enfermedades crónicas de la piel
  • Enfermedades relacionadas con el estrés y otras de tipo psicosomático
  • Secuelas de trauma
  • Enfermedades ginecológicas crónicas.
AGUAS TERMALES

Algunas recomendaciones generales para el uso de las aguas termales son:

• Siempre es mejor consultar con su médico antes de utilizar la terapia con aguas termales en caso de que se encuentre embarazada o tenga alguna enfermedad.
• Evite bañarse solo en aguas termales, los adultos mayores las deben de usar con precaución y no las utilice si se encuentra bajo el efecto del alcohol o alguna droga.
• Si toma medicamentos para enfermedades del corazón tenga cuidado.
• No se sobrecaliente, manténgase bien hidratado y si padece de enfermedades de la piel que sean contagiosas, utilice piscinas privadas.

Fuentes:
1. Enciclopedia Encarta.
2. Cibeira Moreiras, Rosa. Los primeros usos del agua termal y mineral. Ponencia realizada en las Jornadas Internacionales 2000 de Turismo, en la ciudad de Federación-Entre Ríos- Argentina (PARTE I)
3. Gilbert, Agustín. Propiedades y efectos terapéuticos de las aguas termales.
4. Mujerweb.com Portada
5. Altman, Nathaniel. Balneotherapy – Healing with Water junio 17.htm. Tomado de Healing Spriings, The Ultimate Guide to Taking the Waters, por Nathaniel Altman. 2001.